Barullo que provoca el murmullo
de un chamuyo aquí en la esquina
de ese corso a contramano
que turbara a Colombina.
Lentejuelas desteñidas
por el agua esquizofrénica
de un mundo que sin saber
aparenta estar de fiesta
La careta cotidiana
que engalana las comparsas
se nos nota por la piola
que te aprieta la carcaza.
La murga sigue tocando
al compás del colifato
y el chafe deja el maltrato
por ese día… en la casa.
Tu figura entremezclada
con el correr de las gentes
y tu paso inteligente
pa’ no seguir la manada…
me recuerdan el descaro
que sonando en el batuque
despilfarra la alegría
del que… “aquí no pasó nada”!
Ocho grandes bailes ocho
predicaba el pasacalle
mientras el pueblo en la calle
saludaba a los baldazos…
entre bombitas y pomos
que arrojaban pertinentes
agua para la gente
llantos para el Rey Momo…
De un carnaval muriente
que mostraba aparatoso
que ese baile interminable
que surgía desde el corso
era una cuenta pendiente…
de un carnaval ya extinto
rociado de buena vida
con algo de vino tinto
y litros de buena birra
Con la marquesa pintada,
serpentinas de papel
formol enfriando la piel
más el picado en la boca…
todo ello me provoca
una rara sensación
que se resume en un grito
de lucha y liberación…
Y así, de a poco culmina
este paisaje en la nada
el basto va con el basto
y la cruz… va con la espada.
Mario Ranero