Te llamé… no diste bola,
tan solo necesitaba que me dijeras un ¡Hola!
Sé que seguiré insistiendo
abandonar la lucha no pienso
te llamaré tantas veces
que se me dormirán los dedos.
Más, si en algún momento
se te ocurriera atenderme,
no esperes de mí otra cosa…
te mandaré a la merde!
Mario Ranero
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