sábado, 13 de abril de 2013

Calle sin salida


 
Calle sin salida, laberinto nocturno.

Opresión del pecho, sin saber contínuo…

Largo camino a la nada

volver a ver lo nunca visto

pasión desencadenada

herida sangrante que al fin… nunca cicatrizó

y yo… ya ves…

desangrando gota a gota

otra paralizante melodía

que vuelve a repetir los quejidos del ayer.

Calle sin salida, paredón interminable,

divisorio entre la vida y los sueños,

camino sinuoso que no lleva a ninguna parte

porque en el final tiene un abismo…

Abismo de sol y de sombras que flotan alrededor

del ser y del no ser,

desprolijidad de pensamientos,

blancas lagunas de agua helada

que empañan la tierra somnolienta.

Y al final… la nada…

Lo de siempre… lo de nunca…

Lo que pensamos que iba a ser y fue,

lo que cualquiera hubiera supuesto

sin misterios, sin adivinanzas miserables

solo por el hecho de ser… de sentir…

Monotonía de vida…

Pasión desdibujada en una mueca que aparenta ser

pero no es…

Debilidad del ser que pretende y no puede…

Ansiedad recidiva que enamora solo a un sinsentido.

Perdón nunca dicho, caricia nunca entregada,

caminar de caminares que se retuercen en la imagen

como si fuera ayer, pero… no es ayer

es el hoy que golpea, es el mañana que abruma

en fin…

es la triste melodía de un tango que jamás será bailado

en esta estrecha calle sin salida…

 

Mario Ranero (otoño del 2013)
 
 

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